Zidane se movía con la prestancia de un torero. Cada gesto suyo era pura maestría y sofisticación técnica, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en https://keithgqmx963003.prublogger.com/37496478/análisis-del-cabezazo-de-zidane-en-la-final-de-2006